En las invisibles esquinas de las ciudades, mujeres en situación de calle se enfrentan a una constante resistencia. La menstruación es el férreo testimonio del vivir la vida en la extrema vulnerabilidad, a merced de una violencia de género que queda expuesta ante los ojos de quienes prefieren mirar hacia otro lado.
El paso del tiempo generó un aumento de la población en situación de calle al principio de la nueva década. Estallido social, pandemia, crisis económica y el flujo migratorio son algunas aristas que configuran una nueva realidad que se manifiesta en numerosas carpas y rucos instalados en las calles y avenidas de las ciudades.
Esta población se ha diversificado, y con ello, sus necesidades. La figura del hombre mayor de 60 años consumidor de droga es solo una caracterización estereotipada dentro del fenómeno, que suele ignorar, por ejemplo, a las diversidades sexogenéricas y a las mujeres.
Si bien las cifras oficiales no son exactas, contribuyen para aproximar la panorámica social de la situación de calle en Chile. Del 2014 al 2022, la cantidad de mujeres que se hospedaron en dispositivos de acogida del Ministerio de Desarrollo Social ascendió en un 186,8%.
Según datos de la “Mesa Calle” de mayo de 2023 (MIDESO), 39.939 personas distintas fueron atendidas el año 2022 en todos los programas ministeriales, de las cuales, 8.090 serían mujeres (20,2%).
Sin embargo, la otra medición que corresponde a las inscripciones voluntarias en el “Registro Social de Hogares Anexo Calle (RSH Anexo Calle)” señala que, a marzo de 2023, se ingresaron 20.144 personas en situación de calle (PSC), cuyo 16,3% corresponde a mujeres. Seis meses después, la cantidad total de PSC ascendió a 20.555, cuya representatividad femenina alcanzó el 16,6%.
Cabe destacar que estas cifras son de carácter estimativo, pues existe un porcentaje de personas que permanece oculto e invisible a los estudios y mediciones. De hecho, organizaciones y fundaciones dedicadas a la temática indican que los datos oficiales distan mucho de la realidad, pues sería mucho más.
Menstruar en Calle
Bajo el vidriado cielo que carece de políticas públicas, la realidad de la menstruación en las calles sigue siendo una dolorosa evidencia de la falta de atención hacia quienes menstrúan. En las esquinas más desoladas del mundo, estas personas se encuentran desamparadas y expuestas, sin la debida protección social.
Un estudio realizado por el Servicio Nacional del Consumidor (SERNAC), que contó con la participación de más de 10 mil personas menstruantes, destacó la urgencia de implementar políticas públicas integrales para promover la educación menstrual, acceso a productos y mejoras sanitarias e infraestructurales, que aseguren una menstruación digna, especialmente para quienes se encuentren en situación de vulnerabilidad.
“Menstruar En Calle” (MEC) es un proyecto que nace para atender la menstruación en personas en situación de calle, además de visibilizar y sensibilizar a la población general sobre cómo viven la menstruación quienes no tienen hogar.
El proyecto MEC incide directamente por medio de facilitar acceso a productos de gestión menstrual e informar sobre educación sexual y reproductivas a mujeres, hombres trans menstruantes, jóvenes y niñas que se encuentran en situación de vulnerabilidad social.
Durante el 2023 la Fundación Salud Calle realizó un estudio que reveló que el 90% de las mujeres en situación de calle no se ha sometido a ningún examen preventivo ginecológico, como el PAP o mamografías. En la misma línea, el 50% de las mujeres sin hogar en Chile ha experimentado algún tipo de violencia de género o violencia sexual.
Un proyecto pionero en la Región Metropolitana ofrecerá atención médica femenina gratuita a cien mujeres en situación de calle. El Proyecto Piloto de Salud Integral inicia este mes, y tiene como objetivo mejorar la calidad de vida de estas mujeres mediante la prevención y reducción de riesgos asociados a su salud ginecológica, para promover su autonomía en el cuidado de su salud.
Esta iniciativa es financiada con un fondo de $10 millones obtenido en el Premio Humanizando la Salud 2023 de Laboratorio Chile | Teva, el cual también proporcionará insumos médicos y de gestión menstrual, así como coordinación con redes de salud pública para tratamientos más específicos.
La educación sexual para las mujeres en situación de calle es esencial para tener control sobre su fertilidad y la detección temprana de posibles problemas de salud. Contribuye, por lo tanto, a proteger su bienestar físico y emocional en un contexto de vulnerabilidad.
Esta problemática destaca la urgencia de abordar no solo las necesidades básicas de las mujeres en las políticas públicas, sino también su seguridad y bienestar general que se encuentra en mayor riesgo viviendo en la calle. Además de la falta de hogar, de redes familiares y precariedad, la violencia contra las mujeres (VCM) se vuelve parte del ecosistema diario.
La violencia como causa y consecuencia de la calle
Transcripción: “Es difícil tener una pareja en la calle. Supongamos, si yo pololeo con un loco que fuma, y después yo me voy para otro lado y me pilla con otro loco fumando… me pega. Porque después, si yo tenía (droga, me diría), “Ay claro, estay fumando, y cuando yo tengo te doy”, y así empiezan.Las cabras son más cuáticas, (a ellas) les están dando (droga) y ellas les roban. Ahí después les pegan, les sacan la chucha, así que no pueden caminar casi pa’ ningún lado porque tienen que estar en el potrero no más, todo el día escondidas.”
La mayoría de las mujeres que han sido atendidas en la fundación declaran haber sido agredidas estando en situación de calle, donde el consumo problemático de drogas y una salud mental deteriorada son algunos factores involucrados. Y por cierto, la cultura machista es una característica prominente que trasciende de los hombres que habitan las calles.
Se arraiga desde tiempos previos a ella, incluso cuando la vida sucedía dentro del hogar.
Transcripción: “A los dieciséis años salí de mi casa. Mi tío era borracho y le gustaba toquetearnos e irse a acostar con nosotros, hasta que yo crecí y nos agarramos, nos fuimos a las manos. Él era el regalón de mi abuela, entonces en esta ocasión la que salió de la casa fui yo, a mí me echaron. Todo eso a mí me llevó a la calle”.
La violencia se reproduce cuando las mujeres llegan a vivir en la calle, enfrentando una multiplicidad de amenazas físicas y emocionales.
Es de vital importancia tanto para la ciudadanía como para las autoridades reconocer y proteger los derechos de las mujeres en situación de calle. Tratados internacionales como Belém do Pará o la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), además del proyecto de ley chileno «Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia» que aún no ha sido aprobado en el Senado, destacan la necesidad de abordar esta problemática y garantizar su cumplimiento.
La falta de reconocimiento institucional refleja una omisión preocupante en la atención a las necesidades básicas y los derechos fundamentales de estas mujeres, quienes enfrentan no solo la vulnerabilidad asociada con la falta de vivienda, sino también la discriminación de género y la violencia sistemática o estructural. En contraposición, son las ONGs y fundaciones aquellas que abordan las medidas que, dentro de lo posible, les ofrezcan protección y dignidad.
Excelente reportaje, muy acertado para estos tiempos. Felicitaciones.
Me parece muy pertinente cualquier estudio que se realice en torno a mujeres y disidencias sexuales en situación de calle, ya que existe una brecha generacional con respecto a la Política Nacional de Calle, invisibilizando el aumento de la población femenina y disidencias sexuales asociada a este fenómeno.